Y, de repente, entre viaje y viaje a lugares lejanos, vuelven los paseos apacibles cerca de casa. Son por lo general caminatas sin destino fijo, y sin límite de tiempo, que me permiten descubrir que también aquí tenemos rincones maravillosos. Cerca de Banyoles, por ejemplo, ha estallado una primavera de lujo que ha convertido el Pla de Martís en un encantador mar amarillo.
Este año se llevan por aquí los cultivos de colza. Ignoro por qué, pero debe de ser porque hay de por medio alguna subvención europea. Otros años lo que se lleva son los girasoles, esas flores grandotas que se mueven al ritmo que dicta la luz del sol. Sea como sea, esta primavera el amarillo lo inunda todo, y hasta parece envolver algunas ermitas aisladas, como la de Centenys.